I
La nada y las partes
El discurso de la realidad, entre todos los discursos teorizados y experimentados, es el más ambiguo. Podemos hasta confeccionar rápidamente interrogantes como: ¿existe un discurso de la realidad?, ¿puede ser la realidad un discurso?, o ¿puede haber una realidad?, o más incisivamente: ¿toda adecuación de la realidad es un discurso, por tanto, no existe una realidad adiscursiva?. Una primera solución o respuesta para esto, siendo la más obvia de todas, es argumentar que la suma de los discursos existentes en determinado contexto, particular o universal, es la representación característica de determinada realidad, particular o universal. Esto tiene su validez cuando convenimos que la enumeración sucesiva es la suma continua de las unidades, o que las particularidades consuman una totalidad. Ahora bien, si experimentamos otra adecuación de interpretación para este tipo de fenomenología ontológica de la realidad como discurso, podríamos escoger, de las diferentes tesis que podrían surgir, la siguiente: la distancia natural entre los discurso no lograrían que su suma representara una totalidad de la realidad, por tanto, la suma de los espacios entre los discursos es una homóloga contradicción a la distancia que naturalmente existe entre el absoluto (realidad) y la determinación relativa de cada discurso. En sí, la problemática experimental de los discursos estaría totalmente concentrada en la distancia, vacío, que existe entre ellos, así como la distancia que existe entre su particularidad determinativa relativa a la realidad absoluta que posea como objeto de estudio, y más la distancia entre su extraña suma ante el discurso absoluto o real.
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