viernes, 27 de julio de 2012

Si hay algo que podemos conocer, ¿qué es?

 Conocer es la asimilación de la información recibida por los sentidos mediados por la inteligencia a partir de una intención de indagación. Cuando el conocer no se critica es sólo información contenida, conocida, pero cuando se critica, se hace la indagación, el inquirir cognoscitivo ese tipo de información se convierte en saber. Todos conocemos muchas cosas y temas pero no todos sabemos sobre la crítica de esas cosas y temas. Y crítica no es sólo fruncir el ceño y decir que así no es, sino puede ser la acomodación de la información a la intención o interés personal de cómo queremos ver esa información. El juego que le damos a la información es la crítica. Kant jugó. Marx jugó. Husserl jugo. Heidegger jugó. La mitología igual jugó. La cultura deviene en un gran juego y sólo su convención, como otro gran juego, establece qué programas de juegos podemos nosotros participar. Yo participo en este.

Microficciones y otras bestias (Cuentos cortos)


1
Esa noche, recostado en mi sillón escuchaba en inusitado éxtasis Led Zeppelin. El frío era también embriagante. Cerré mis ojos y cuando volaba en mi sagrada abstracción sentí de impacto el peso en plomo del silencio. Me aferré al sillón. Sentí miedo. Y en medio de ese oscuro silencio sólo las agudas y estridentes melodías de mi memoria me aseguraban el morbo de mi adicción plutónica.

2
Caminé por el grácil azul y vi cómo el equilibrio de mis palabras adormecía mis pasiones. La insensatez llegaba apenas a mis pies. Seguía por el grácil azul hasta que me aburrí y salté al infierno de una saturada metáfora. Comprendí rápidamente que esto no era un infierno, el infierno mismo era yo en mi mismidad. Allí supe qué era el grácil azul.

3
Cerré mis manos tomando la precipitación del silencio. Cierro ahora mi boca ante la vehemencia del vulgo. Cada pisada en mi rostro es un recuerdo de mi eterno retorno. Vuelvo a cruzar el devenir de mis ilusiones y ya no están las antiguas rosas, ni el perfume de los viejos pinos. El silencio de las cenizas llega nuevamente a mi quebradizo tacto.

4
Esa noche caminaba solitario por la acera. Estaba aún lejos de mi casa. No soporté más mis pasos lentos y decidí correr. Cerré mis ojos y corrí con mayor velocidad. Quería correr lo más veloz que podía y lo lograba doblemente. Percibí que ya no tocaba el piso, mis pies seguidamente los dejé de sentir. Un frío intenso se expandió en mi interior. Ya ni sentía mis brazos moverse. Sólo consideré que me quedaba el pensamiento. Lo aceleré entonces a velocidades infinitas y allí sentí la gloria de desaparecerme ante los faros etéreos de un maldito camión de basura.    

5
Cada segundo en mi cuarto llovía más. No controlaba el subir del nivel del agua. Y eso que la lluvia comenzó a mi voluntad. El agua comencé a ingerirla descontroladamente. Perdí de inmediato la audición. Golpeaba a todos lados pero me enredaba con las sábanas y algunas medias. Gemía de profundo dolor de ahogo. De pronto mi mamá abre la puerta, me ve con su acostumbrada mirada triste y piadosa, apaga la luz y cierra de nuevo pero con un gran candado. 

6
Eran las dos de la tarde y Andrés caminaba un poco aburrido por el parque. Sus amigos dormían profundamente, pues habían tenido diversas actividades en la escuela. Andrés al parecer nunca se cansaba. Mientras seguía caminando se encontró entre el monte seco una metra. La pequeña esfera era muy extraña; Andrés por ser de naturaleza muy curioso comenzó a detallar movimientos veloces dentro de la metra. Sentándose junto a la reja del parque acercaba su ojo a la metra y lo alejaba, y en ese ir y venir observaba que se movían algunas cosas de colores en su interior… cuando por fin acercó la metra lo más que podía a sus ojos vio unos seres pequeñitos dentro y del susto la tiró al piso. No podía creerlo. La tomó de nuevo rápidamente, y ya sin ningún miedo, comenzó ver cómo se movían esos seres minúsculos. Lo que más le llamaba la atención es que eran todos de doble figura. Cada uno se duplicaba así mismo. Andrés se reía de lo que hacían. De pronto escuchó a lo lejos varios gritos, y en segundos sintió muchos empujones. Andrés cae al piso, y entre muchísimas carcajadas que oye ve aterrorizado que todos sus amigos también estaban duplicados.



7
Claudio, el niño de la gran imaginación, caminaba por un laberinto que él mismo había inventado. Ya hace mucho tiempo que lo había soñado, hasta que hoy lo quiso hacer realidad. Mientras caminaba colocaba a su voluntad los obstáculos y los desvíos. Disfrutaba mucho más cuando se perdía entre ellos; ya al no tener salida él se inventaba siempre una. En medio del juego observó algo extraño, los obstáculos y desvíos se colocaban sin él pensarlo o decidirlo. Apresuraba entonces los pasos para no perderse y mientras más rápido caminaba más cosas se le ponían en frente. El laberinto, inesperadamente, tomó el poder. Pero como Claudio era muy valiente, aceptó el reto y buscó llegar a la salida. Corrió a toda velocidad por los caminos, por las curvas que aparecían espontáneamente, y siempre lograba esquivar todo. De pronto aparece un monstruoso ser, con diez cabezas y diez brazos, escupiendo fuego a todos lados… y allí Claudio ya no supo qué hacer, no podía ni pensar… se entristeció mucho y quiso despertar.

8
Rodeado en mi cuarto de infinitas bestias y demonios, todas creaciones de mi otredad, incólume, él decidió cerrar mis ojos y penetró el cielo en mi cama.

9
Fumaba aquella fría noche, en la azotea de un edificio abandonado, un trozo del coleto seco que robé del baño público de la plaza, y recostado al instante pude ver, tras intensas y aceleradas bocanadas, la lucha de los grandes dioses hititas y asirios por apoderarse de los cielos.

10
No comprendía la burla de los demás. Seguía caminando por la acera dejando detrás las intensas risas. Sin pensarlo me detuve. Arranqué el poste de luz con todas mis fuerzas y sentía como aplastaba a cada uno mientras, sin poder detenerlas, las risas ya me ensordecían.

11
Lloré aquella noche sin sentido. Comenzó a llover y un frío inadvertido se apoderó de mi cuarto. Las paredes se helaron rápidamente y todo el cuarto se impregno de un intenso hielo. El hielo comenzó a crecer descontroladamente hasta presionarme entre sus enormes paredes. No podía ya respirar… sentí entonces cómo la asfixia del recuerdo se consumaba en un absoluto congelamiento.

12
Llegué esa madrugada a casa con mucha hambre. Fui a la cocina y prendí la luz. Innumerables chiripas y cucarachas corría encima de las hornillas de la cocina. Rápidamente busqué el insecticida sin embargo todas ya habían escapado. Vi sólo una que entraba a una de las hendiduras de la madera podrida del fregador. Descargué mi furia a través del chorro de insecticida por el hueco. Fue sorpresiva la gran cantidad de chiripas y cucarachas que salieron desesperadas. De pronto sentí todo nublado, una extraña emanación de gas oscuro invadió la cocina. La asfixia desorientaba todos mis pasos. En ese mismo momento vi arriba una extraña luz indescriptible, y venía hacia mí, a una gran velocidad, una inmensa sandalia etérea.     



13
Tenía tres semanas en una obsesión espantosa de cómo hallar alguna fórmula matriz para comprender el Todo. Los fenómenos que aprehendía y lograba formular se me iban de inmediato cuando se agregaban otros fenómenos que al principio no consideraba. Lo extraño de estas intensas elucubraciones era que se me ocurrían cada vez que me bañaba… y la terrible consecuencia era que, siempre que me secaba en mi cuarto, dudaba si me había o no lavado el rabo. Ya obstinado en estas tediosas dudas diarias decidí no lavarme más nunca el mismo y ahora, felizmente, teorizo sobre cómo inventar una máquina que dé algodón de azúcar tecnicolor.  

¿Qué creencias están justificadas y cuáles no?


La justificación es la acomodación que se da a un fenómeno en un programa de pensamiento establecido y vigente, podría llamarse este programa: estructuralismo, funcionalismo, sistematismo, entre otros.. Cuando el teórico justifica una creencia es porque la sistematizó conforme a las normas o proposiciones de un programa o tipo de investigación. Ahora bien, podríamos decir que la evolución de las metodologías de investigación ha sido exitosa porque ahora no hay fenómeno que escape o sea apartado por parte del investigador. Todo se estudia, por tanto “Todo vale” para ser analizado, sistematizado y divulgado… por tanto si existe alguna creencia no justificada es porque aun no ha llegado un investigador contemporáneo allí o algún jefe de cátedra no permitió que el estudiante analizara dicho fenómeno. La única “condición” o “requisito” es que la creencia sea abordada críticamente y no desde el dogma o la “concientización”. La investigación ha crecido enormemente es por la exigencia de criterio sólido que debe poseer el investigador. Así sea el fenómeno más corrosivo para la intelectualidad establecida porque si dicho fenómeno se explicita desde una crítica observación tal fenómeno tiene rigor de ciencia.

martes, 24 de enero de 2012

V
Demasiado juego para ser una ciencia y demasiada ciencia para ser un juego.
Gottfried Wilhelm Leibniz
Sólo el que ensaya lo absurdo, es capaz de conquistar lo imposible.
Miguel De Unamuno


La filosofía cumple con un orden que podríamos llamar, a modo de didáctica: Sistema de dualidad homogéneo-heterogéneo. Este sistema explica que hay una dimensión homogénea y otra heterogénea de la filosofía. La dimensión homogénea es lo que encontramos cuando ingresamos por primera vez, vírgenes o no, a la filosofía, allí vemos entonces un índice escolar de filósofos, de corrientes, de movimientos, de ideas, etc. En sí, todo lo que posee un libro de introducción o historia de la filosofía, o una clásica clase de la misma. Digo que es homogéneo porque en esa introducción hay una unidad, una estructura, un código, un canal, un mensaje sino instrucciones para ingresar a la filosofía. También podríamos agregar que estamos en una especie de estática de la filosofía pues todas las fuerzas que allí confluyen están aparentemente equilibradas sea desde lo histórico, lo estructural funcional, lo materialista, etc. La siguiente dimensión, lo heterogéneo, sólo sucede cuando comenzamos a detallar en estricto análisis cada partícula de ese primitivo índice escolar. Ya aquí podemos decir que somos los pre amantes del saber o la especie valiosa de los pre filósofos. Visualizar la heterogeneidad es comprender la fragmentación, la auténtica ficción de la unidad de la filosofía. Ya no vemos la línea de la filosofía sino la continuidad de puntos que la componen. Y mientras más puntos se detallen más compresión se logra, es decir, cuanto más cerca de la comprensión de la nada estemos más filósofos seremos, y cuando nuestro pensamiento piense la consumación continua de la nada ya podemos darnos por grandes pensadores. Sólo quedará de nosotros cómo escribir filosóficamente eso. Un ejemplo de heterogeneidad es el concepto de la filosofía misma. Jamás podríamos decir que tenemos una evolución histórica del concepto de filosofía. Toda su consecución no ha sido una teleología lograda o una predestinación, sino todo lo contrario, es una consecuente ruptura o movimiento accidental que ha dado origen a sus cambios o saltos de significados. Y esto es lo que podríamos denominar ahora como la dinámica de la filosofía. De hecho, el reto actual de los filósofos es pensar ya no una dinámica clásica de la filosofía sino su atrevida dinámica cuántica, y de aquí llegar a algo como la estática cuántica de la filosofía. Pensar desde la cuántica es darle cualidades del comportamiento del átomo a todos los conceptos de la filosofía. Esto no es más que el regreso del pensamiento a la naturaleza, pero ya no es el modelo del árbol, ni del rizoma, sino de cada partícula elemental y sus subgrupos, una especie de neonaturalismo o postnaturalismo. ¿Cómo será explicar el concepto de ser o tiempo desde el modelo de una partícula, como por ejemplo, el electrón o los quarks?
IV
Todo lenguaje poético, tanto en este sentido amplio como en el más estricto de lo poético, es en el fondo un pensar. La esencia poética del pensar guarda el reino de la verdad del ser.
Martin Heidegger
Poetizar es propiamente dejar habitar. Ahora bien, ¿por qué medio llegamos a tener un habitáculo? Por medio del edificar. Poetizar, como dejar habitar, es un construir. (Ídem)

¿Cuándo tenemos la conciencia, el reconocimiento, la certidumbre de que pensamos?, ¿Quién o qué tipo de pensamiento dirige el acto de la autoconciencia, es decir, qué pensamiento hace que nos haga, nos invite o nos obligue a pensarlo?, ¿es una realidad psíquica que los pensamiento se piensen así mismo?, si es así ¿cuál será el pensamiento que brote cuando el pensamiento se piensa así mismo?, igualmente ¿cómo será el pensamiento cuando ya esté consumado de esos nuevos pensamiento surgidos del pensarse así mismo?, y sin terminar esta cadena y jugando un poco con ella, ¿cuáles serán los pensamientos que nuevamente emerjan del pensamiento que surgió del pensarse en sí mismo primario?, ¿Habrá algún límite para estas tres dimensiones?, una cuarta dimensión sería la actividad del pensar del pensamiento surgido del pensar engendrado por el pensar del pensamiento emergido por el pensarse primario. A partir de la tercera dimensión creo que ya nadie entendería en absoluto lo que se comunicaría allí; la religión, la filosofía y la poesía han llegado solamente a la segunda dimensión donde está el pensamiento engendrado por el pensarse primario, ya cuando este pensamiento engendrado de la segunda dimensión comienza a pensarse de nuevo es donde la comunicación se hace enteramente hermética y son muy pocos los que llegan y sobreviven a este nivel, digo sobreviven porque llegar aquí y sentirse propio de aquí, es decir, “deja habitar” este nivel en nuestra conciencia primaria es desdoblarse dos veces más de nuestro mundo cotidiano y podría haber un colapso conceptual y de significado que haría ininteligible todo signo, toda escritura que quisiéramos producir. Ahora bien, para Heidegger, dejar habitar el pensarse así mismo, es decir, pensar, meditar nuestro pensamientos, es un proceso de entero de edificación, de establecimiento y fundamento, y al estar y ser en este mismo proceso encontramos el verdadero y auténtico poetizar, el construir más poderoso y verdadero del pensamiento humano. Heidegger por eso afirma que: “La esencia poética del pensar guarda el reino de la verdad del ser.”
III
Al inicio de su historia, el saber absoluto debe ser otro que al final. Ciertamente, pero esa alteridad no quiere decir que en el inicio el saber en modo alguno todavía no fuese saber absoluto. Bien al contrario, justamente en el inicio ya es saber absoluto, pero saber absoluto que todavía no ha llegado a sí mismo, que todavía no ha devenido otro, sino que sólo es lo otro.
Martin Heidegger
Lo propio del saber no es ni ver ni demostrar, sino interpretar.
Michel Foucault

La filosofía moderna con el Discurso del método dio un “sentido” racional y “común a todos” al mundo occidental. Dar sentido para Descartes era involucrar la inteligencia, el conocimiento científico, la razón de ser, el fin metódico en toda realización de acto, es decir, Descartes soñó con una sociedad desprendida de la ilusión escolástica para asumir con fundamento la actitud de la razón. Esta actitud, que también podríamos llamarla espíritu, era para conseguir algo que habíamos “perdido”, era descubrir el camino, el “sentido” que el pensamiento griego había trazado, marcado en el logos pero que el pensar medieval lo cubrió de maleza y embrollo conceptuales. Ese camino que los griegos hicieron era para llegar al saber. Ahora bien, para Heidegger ese saber “todavía no ha llegado a sí mismo”, nunca ha sido el saber absoluto, no ha devenido todavía, espera por encontrarse aún. Lo que pensamos actualmente, lo que filosofamos o investigamos en nuestro tiempo es “lo otro”, un “otro” que deviene constantemente hacia el saber absoluto. Newton, Kant, Hegel, Einstein, Heisenberg, Hawking soñaron con conseguir ese saber, y lo sintieron cerca, pero el saber parece que es siempre un devenir, y esto es temporal, es decir, sobrepasa todo dominio de voluntad, nadie tiene el saber, el devenir, el tiempo en sus manos porque fatalmente todos somos pequeños oráculos que siempre nos interpretamos pero que aun no hemos comprendido su sentido, el ser que comunicamos. Heidegger dice: “Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre.”
II
Dudo, luego pienso. Pienso, luego existo.
René Descartes
Pienso donde no soy, luego soy donde no pienso.
Jacques Lacan


El DRAE da una interesante definición sobre lo que es la duda filosófica, dice así: “Suspensión voluntaria y transitoria del juicio para dar espacio y tiempo al espíritu a fin de que coordine todas sus ideas y todos sus conocimientos.” Tal suspensión la podemos entender como un detenimiento, en sí más como la irrupción intelectual que hacemos ante el” común de determinado estado de cosas”. Este “determinado estado de cosas” reúne un conjunto de voluntades y transiciones elementales que siempre la han fijado, por ejemplo las normas sociales, religión, ciencia, arte, filosofía, etc. que es lo que conseguimos a cualquier lado que vamos, no obstante, cuando hacemos la referida “suspensión” como acto desde nuestra propia voluntad todo ese “estado de cosas” jamás vuelve a ser lo mismo para nosotros, pues ya comenzó a ir en contra de nuestro ideal, de nosotros mismos. Descartes, o su espíritu, en ese momento aplica la duda porque comprendió la irresolución de la coordinación de ese estado aparentemente solucionado, es decir, hecho ya solución. Para el que duda nada está solucionado, el todo no es solución, sino que descubre surcos o quiebres que se ignoraron en la planificación o que hizo la misma experiencia. Este acto de descubrimiento involucra inmediatamente, como base, el pensamiento, es decir, no es que duda y luego piensa y listo, sino que todo está en un mismo proceso, la duda se hace más fuerte cuando se alimenta del pensamiento. Ahora bien, cuando este pensamiento está totalmente consolidado en la declaración de la duda de ese “estado de cosas” puede decir entonces con total claridad y afirmación que él existe, y tiene un método que prueba su existencia, pero en sí no es que existe y ya, sino que, si se mantiene en el pensamiento guiado por la duda como una constante pasa, inevitablemente, a una dimensión que es el no ser, a un “no es”, a la nada misma; y cuando deja de no ser, que es lo más complicado aún, pasa a continuación, como es de esperarse, al no pensar, al “no pienso” es decir, basándonos en el “estado común de las cosas”, llegaría al ser. Lo melancólico de todo esto es que seguimos anhelando ese estado no común de las cosas, la nada, es decir, lograr con la potencia más elevada que el intelecto pueda alcanzar ese conocimiento que diga absolutamente nada. Pensar es estar en la nada, ser es dejar de estar en ella. Lacan dice: “Si usted ha comprendido, seguramente está equivocado.”

Ensayos sobre la nada y otros conjuntos (2012)

I
Así como al jinete, si quiere permanecer sobre el caballo, a menudo no le queda otro remedio que conducirlo a donde este quiere ir, también el yo suele trasponer en acción la voluntad del ello como si fuera la suya propia.
Sigmund Freud


A la presente tesis podríamos realizarle las siguientes interrogantes: ¿Esta frase es una explicación o situación realizada, pensada o “escrita” por el Ello, el Superyó o por el Yo?, ¿quién dio la “orden” para que esta frase surgiera, se hiciera presente? En primer lugar nunca sabríamos quién de ellos actúa, al cien por ciento, a cada minuto en nuestras vidas. No tenemos tecnología medidora, ni jamás haríamos algo así, para saber si quien habla o realiza su performance o acto de habla es el Ello, el Superyó o el Yo; ni al escribir este texto estoy seguro de saber quién de ellos actúa, sólo sé que cuantificar su acción determinante en nuestras acciones es una búsqueda demencial e ingenua, nadie podría decir, por ejemplo, que un poema de Hölderlin, algún discurso político de Hitler, o el método de Descartes tiene tanta cantidad de Ello, tanto de Superyó o tanto de Yo, cualquier intento es un mero ejercicio didáctico. Ahora bien, para no caer yo en un ejercicio didáctico, opino, así como ya muchos autores lo han defendido, que no hay distancia inteligible y despejable objetivamente entre el Ello, el Superyó y el Yo, sino que los tres están completamente entrelazados, tejidos y “actúan” como un consumado proceso, y lo más desconcertante es que se conocen y desconocen tanto que cada quien tiene su voluntad, su libre albedrío. No obstante, el que mantiene la gravedad, el relativo equilibrio de estas fuerzas psíquicas, el que recibe los impactos sean fuertes o débiles ha sido el Yo.