sábado, 13 de marzo de 2010
Ética fractal
Mientras más profundamente se critica la matematización del universo natural o físico y social, más rápido surgen nuevos modelos o estrategias matemáticas para explicar el orden de nuestros sistemas. Y estos mismos modelos, como la geometría fractal, se hacen tan atractivos y tan placenteros que al sorprendernos sobre el medio que nos rodea volvemos a preguntarnos como Galileo: ¿cómo esto, el todo, tan ordenado, existe por sí mismo? Y no nos cuestionamos diciéndonos: ¿cómo esto, la nada, tan caótica, existe por sí mismo? O una posible nueva postura o interrogante: ¿cómo esta lógica: el todo/ la nada, el objeto/ el sujeto pueden explicarse para traducirnos o pueden traducirse para explicarnos?, en otras palabras: ¿cómo fragmentamos desde la fragmentación y cómo deconstruimos desde la deconstrucción y así, desde la estática del devenir, nos comprendemos como un hambriento oxímoron?
El juramento y la ciencia de Hipócrates de Cos
¿Sobre qué fundamentos, imágenes o dioses juramentamos cuando nos comprometemos con un saber?, ¿por cuáles discursos nos sacrificamos, el de la determinación o el de la indeterminación?, o por cuáles sistemas de lógica, o sistemas lúdicos nos convenceremos o nos comprometemos desde una esperanzada mayéutica: ¿el que descubre la realidad en la ficción, o el que cubre la ficción desde la realidad?
Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura.
La patología de la certidumbre
Foucault establece la diagnosis como el método más idóneo para el despeje o determinación de la enfermedad, identificando a ésta, didácticamente, con el ruido, por tanto el médico buscará, a través de la diagnosis, la más garante interpretación del mensaje, su codificación y su actualidad, y al mismo tiempo la más articulada diferenciación de ruidos que estén perturbando dicho mensaje, o en terminología postmoderna ocultando en el discurso, esto para lograr finalmente su posible curación o sanación, o su continuidad positiva, tal como reza un aforismo de Hipócrates: La Medicina es el arte de curar las enfermedades por sus contrarios. El arte de curar, el de seguir el camino por el cual cura espontáneamente la Naturaleza. No obstante, desde la filosofía y la ciencia moderna (Descartes- Newton) se han establecido fundamentos y aspiraciones, en sí, un juego ético y moral del filósofo y científico al eros de la totalidad, de lo universal, de lo absoluto, esto como consumación del dominio y orden intelectual- discursivo del ser humano sobre el cosmos, sobre el común a todos. Esta certidumbre, por tanto, creo que deviene como una patología, una enfermedad gnoseológica (Heráclito) y que no tendrá jamás cura, sólo la diagnosis nos permitirá siempre actualizarnos, consultarnos y mantener el juego dual de lo determinado y la indeterminación, esto ahora como evolución enfermiza de la anterior patología moderna.
* * ÉTICA PITAGÓRICA E HIPOCRÁTICA
El ritual pitagórico
La examinación es particular de la persona acostumbrada a la sensualidad analítica y sintética, es decir, al disfrute de la pausada comprensión de sus partes, tanto cómo fluyen y cómo permanecen. Esta examinación, profundamente paciente, es algo que acostumbraban, o buscaban mantener los pitagóricos como rutina diaria de estricto ejercicio y orden ético, basándose en categorías duales universales como es el Bien y el Mal, y así, desde una revisión estricta de la conducta diaria un pitagórico podría comprender y saber su eterna Unidad prolongada y su constante reencarnación y/o relación numérica entre el conjunto de seres que lo rodean. Ahora bien, cuando la ética es fundamentada desde una concepción altamente mágica o religiosa, ritualística propiamente hablando, es posible que se visualice una marcada tendencia a su trascendencia y compromiso que a su fraude, pues cuando es arraigada la liturgia de actos, desde la niñez en adelante, se logra en mayor porcentaje el condicionamiento de temor y miedo que el de la indiferencia, por tanto, contamos relativamente con un sujeto que podría morir por una examinada fe y compromiso que mantener su existencia en fraude, en consecuencia, ¿cómo podríamos inventar, actualmente, una pedagogía así?, ¿cómo podríamos enseñar y a aprender a morir por fe por nosotros mismos?, ¿cómo podríamos comprender una ética, una muerte así?
domingo, 3 de enero de 2010
V Alquimia y ciencia actual
Si algo le falta, a todo iniciado en alguna ciencia actual, es la pasión de un alquimista, es decir, sentirse naturaleza, sujeto, uno, de lo que posee o determina como objeto de estudio, es decir, existir como una dualidad, ser una dimensión paralela, en sí ser una Ciencia.
IV Lo micro y lo macro
En sí no existe lo micro y lo macro como entidades absolutas, y mucho menos como entidades relativas como podría esperarse, en sí lo que no existe es su indiferenciación, sino más bien su compatibilidad, su relación, su aprehensión y compresión como evolución y nueva estética de nuestra actualidad epistémica, o estrictamente hablando, como antigua estética de la episteme presocrática y metafísica antigua. No obstante, sin ánimos de ser determinista, creo que obedecemos a la siguiente lógica, según lo que Prigogyne ha formulado: mientras mayor es la precisión y la coherencia, para nuestro caso, de las teorías micros, mayor es su inestabilidad, y así, por tanto deviene su transformación en teorías macros, y así mismo desde lo inverso, lo que quiere decir es que no sabríamos a qué juego entrar… quién podría decir que absolutamente prevalece lo macro sobre lo micro, o lo micro sobre lo macro, sino sólo con probabilidad discursiva o pasional.
III Arqueología de pasiones
II. Episteme, espacio y vacío
Todo acto gnoseológico es una mutación de representaciones que se explican unas con otras. Así pues, si objetivamos lo hacemos conforme a una lógica que jamás se hace exclusiva sino que es una complementación que se expande en todas las áreas del lenguaje y saber humano, por tanto, somos una constante representación y autorepresentación expandida infinitamente.
REALIDAD E INDETERMINACIÓN
I
La nada y las partes
El discurso de la realidad, entre todos los discursos teorizados y experimentados, es el más ambiguo. Podemos hasta confeccionar rápidamente interrogantes como: ¿existe un discurso de la realidad?, ¿puede ser la realidad un discurso?, o ¿puede haber una realidad?, o más incisivamente: ¿toda adecuación de la realidad es un discurso, por tanto, no existe una realidad adiscursiva?. Una primera solución o respuesta para esto, siendo la más obvia de todas, es argumentar que la suma de los discursos existentes en determinado contexto, particular o universal, es la representación característica de determinada realidad, particular o universal. Esto tiene su validez cuando convenimos que la enumeración sucesiva es la suma continua de las unidades, o que las particularidades consuman una totalidad. Ahora bien, si experimentamos otra adecuación de interpretación para este tipo de fenomenología ontológica de la realidad como discurso, podríamos escoger, de las diferentes tesis que podrían surgir, la siguiente: la distancia natural entre los discurso no lograrían que su suma representara una totalidad de la realidad, por tanto, la suma de los espacios entre los discursos es una homóloga contradicción a la distancia que naturalmente existe entre el absoluto (realidad) y la determinación relativa de cada discurso. En sí, la problemática experimental de los discursos estaría totalmente concentrada en la distancia, vacío, que existe entre ellos, así como la distancia que existe entre su particularidad determinativa relativa a la realidad absoluta que posea como objeto de estudio, y más la distancia entre su extraña suma ante el discurso absoluto o real.